En el lapso de apenas unas semanas, el gobierno de Estados Unidos ha sufrido lo que puede ser la violación de seguridad más importante de su historia, no a través de un ciberataque sofisticado o un acto de espionaje extranjero, sino a través de órdenes oficiales de un multimillonario con un papel gubernamental mal definido. Y las implicaciones para la seguridad nacional de EE.UU. son profundas.